Nuestro paseo por la judería de Toledo comienza con el suave murmullo de las calles empedradas, testigos silenciosos de siglos de historia. A medida que avanzamos, las fachadas de las casas antiguas nos cuentan historias de tiempos lejanos, sumergiéndonos en un ambiente donde el pasado y el presente se entrelazan de manera encantadora.

        Caminamos entre callejones estrechos, con edificaciones que se inclinan y entrelazan, creando un escenario que evoca la autenticidad de la Ciudad Imperial. Cada paso nos acerca a la esencia misma de Toledo, una ciudad que ha sido hogar de diversas culturas a lo largo de los años.

        Las tiendas en el camino muestran artesanías únicas y productos locales, pero nuestro destino está claro: el Obrador Conde, un lugar donde la tradición del Mazapán de Toledo cobra vida. El aroma de almendras tostadas y azúcar caramelizado se intensifica a medida que nos acercamos, despertando nuestros sentidos y anticipando la delicia que está por venir.

        A lo largo del camino, nos encontramos con pequeñas plazas y patios tranquilos, cada uno con su encanto especial. Las sombras de las antiguas sinagogas y mezquitas danzan en las paredes, recordándonos la rica diversidad cultural que ha definido a Toledo a lo largo de los siglos.

        Finalmente, llegamos al Obrador Conde, una joya escondida en este laberinto de historia. La fachada modesta oculta un mundo de aromas y sabores que nos transportan a través del tiempo. Al entrar, somos recibidos por la calidez de Jose y Noemí, quienes, con una sonrisa, nos invitan a descubrir los secretos detrás del auténtico Mazapán de Toledo.